Sobre la sabiduría
VALOR DE LO HUMANO
Está en su sabiduría y no en su riqueza material. No es necesario aislarse del resto del mundo en una cueva durante años para encontrar LA VERDAD (lo hacen los monjes budistas). La manera de lograrlo es liberarse de las ideas fijas que nos esclavizan y ver este mundo desde un ángulo diferente.
Aprender a escuchar lo que dice su interior, la voz que habla desde el corazón.
El siguiente paso es abandonar la costumbre de pensar innecesariamente. Vivir sencillamente, como un niño, siempre sincero y acorde consigo mismo. Por ejemplo: si nuestro cuerpo nos pide una comida salada pero en su lugar comemos algo dulce, seguro que nos sentiremos insatisfechos, tendremos una sensación de que no hemos comido bien, de que nos falta algo.
Conclusión
Para estar vivo, el cuerpo necesita la energía vital. Cuanto más, mejor funciona, tiene más defensas. Y si, además, posee un buen equilibrio entre sus órganos (todos están fuertes), su mente y su espíritu, la persona adquiere muchas capacidades.
Por este motivo, es tan importante recargar la energía vital a través de una alimentación de alto nivel energético, según la constitución del hombre o la mujer, realizando un movimiento adecuado para generar el calor en su interior. A la vez, evitar lo que consume la energía y/o produce frío innecesariamente; cualquier exceso ya sea en lo sexual, el hablar, comer, beber, preocuparse, estresarse, sudar o agotarse.
No intente suprimir los síntomas cuanto antes, impidiendo a su cuerpo reaccionar en su forma natural. Trate la causa. Si no, va a recaer o degenerará en otra enfermedad más grave.
Sabiduría es entender la vida, la naturaleza y la salud a través de la lógica y el sentimiento (el corazón) y no solo por la ciencia. Observándose a uno mismo, con el tiempo se entiende todo nuestro entorno. Y cuando sepa las respuestas a las siguientes preguntas, sabrá por qué tiene que vivir en el presente, y conseguirá su objetivo de estar sano y feliz:
¿Qué es lo que existe?
¿Quién es más importante?
¿Por qué vivo?
¿Para qué vivo?